a G. Tengo en el pecho una casa desarreglada Muñequitos de porcelana tumbados sobre palabras Huellas de humedad en el corazón Dicen que el desorden nos impide decidir El verbo brindar en el borde de las tazas Su sonrisa de sabado por la tarde, en el escalón Un boleto de colectivo que termina en cero en el techo Espejo impresionante que muestra las fronteras 3 es encuentro, 5 separación Manteles bordados por madres desterradas No se sabe por donde comenzar Aire repleto de quietud El beso más profundo en el sofá de la sala Sudo perfume y es un vidrio roto el que me lo cuenta Un pelo suyo brilla en la almohada Tender la cama el día después, para borrar las pruebas, las señas La brevedad del momento que no promete engaño El recuerdo de la ausencia en el fondo de una botella olvidada No existe una lógica del lugar de las cosas, cuando ellas son de aire La palabra precipicio ocupa toda la terraza Ruptura es una llave rota en la cerradura Afuera, m
Por culpa de tu silencio estoy pariendo poemas como niñxs. Al primero, de cara azul lo castigué enviándolo al altillo. Lanza alaridos cuando rompo alguna foto tuya. El de lengua verde, atado al poste, escupe todas tus mentiras. Al mirarme hipnotiza moscas, mariposas pero no logra que llore. El tercero, con piel de toro y pelo rojo se esconde en la tarde. Con su mirada descubre mis miedos. No puedo con él. Me obliga a caminar por mis ansiedades, esa cuerda floja. Espantosa condena esta de criar poemas como bastardxs, amor.
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