Disfraz
De mañana fui Yocasta.
Con los ojos en las manos
miré al sol.
El incesto y tu cuerpo:
hogueras rotundas.
A la siesta con la caperuza roja
busqué el camino más corto,
el corazón en la cesta.
Todos los caminos llevaron al lobo.
A la tarde, fui un asesino serial.
Acuchillé a cada hombre con barba
que se cruzó.
Coleccioné dedos y cadenillas.
Tu risa, imposible cortarla en tajos.
A la noche fui un torturado:
caminé sobre vidrios rotos,
vendaron mis ojos para ser ejecutado,
recibí golpes para contar lo que sabía:
perdí sangre, dientes.
Nunca dije tu nombre.
Mañana sigo buscando
que monstruo me queda mejor.
Tal vez, el olvido
sea un vulgar cambio de disfraz.
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