No hay caso, todavía tu sombra resuena en la casa, en las cosas. Vibra el picaporte, el sofá. La piel erizada a las 5 de la tarde. Uno se equivoca al pensar que el corazón es superficie cóncava perfecta. La ducha gotea saliva. El dedo sin látex, en lo profundo. Tiemblan las tazas, los yuyos. Y pensarte es un buey atrapado en la terraza que no puede respirar por culpa del asma, de la despedida. Subo las escaleras de cuatro, así no piso tus huellas. Dejo de bordar calzoncillos de hombres que no quisieron dormir conmigo. Amanecer un 2 de agosto junto a tu cuerpo hizo florecer escarabajos en rincones desconocidos. Domingo es un buen día para dar ultimátum a los terremotos internos. La única salida es inaugurar el mapa de las heridas frente al espejo donde cambiar de piel es más fácil No hay caso, tu nombre nace en el silencio y es el eco que invade todo...
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