Nos encontramos solos de nuevo. Tres cuadras nos separaban del destino, pero tres mil kilómetros lo hacían nuestros corazones Me atrasé para pisar los mismos charcos que te encargaste de vaciar. E intenté mojarme con las mismas gotas que expulsaba tu sombrilla. Solo las preguntas de esa mujer quebró ese aguado silencio. Sonreí, si solo eso se me ocurrió hacer. Tu simpática silueta se desdibujaba entre lo húmedo, y por mis lentes, las gotas me hicieron ver ese ser de luz que sos. Me ilusioné cuando volteaste a verme, no entendí lo que me dijiste. Sólo me dispuse a sentir las caricias de cada palabra tuya.