Hay ropa de hombre en mi cama
sorteando los perromiedos ¿Quién sabe calcular la velocidad en que cae un calzoncillo o los decibeles del beso más ruidoso? Hay ropa de hombre en mi cama y debajo un laberinto de zapatos sin pares. La entrada es gratis, la salida, crimen sin juicio. Hay saliva de hombre en mi espalda para que no se noten la edad, la bofetada y el abandono. Hay leche de hombre en mi cuello ausentes las marcas y golpes. Su semenperla el más suntuoso accesorio. Hay ropa de hombre en mi cama todas las noches, todas las mañanas y nuevos gemidos y nuevas posturas que devuelven lo animal, lo posible, lo que no debería costar tan caro.