4to. piso
Dejé la casa sobre Herrera y en ella quedaron los gemidos, algunas cajas y la sombra de los hombres que invadieron la noche Ahora otro verde me saluda. Veo a los pájaros más de cerca. Sí, a los verdaderos. Parecen decirse entre ellos que es fácil la mudanza, si uno tiene ligera la memoria. No es mi caso. Una semana y todavía continúo desechando sacos, zapatos y uno que otro boceto de beso. Acá arriba se siente más el viento y veo la bahía: raya amarrilla con tos de pobre. Queda esperar lo nuevo, mientras la ropa en el suelo habla con su lengua de hilos y derrotas. Dice que me prepare, ahora la incertidumbre se pronuncia en una terraza.