Hace frío, llueve, es de noche
Y existe un único desafío: que la ilusión no se vuelva
vidrio. Transparente, filosa y llena de luz. Esa misma luz que se disipa en el
último minuto de esta madrugada de marzo.
Ayer pesaban las cosas que nunca se dijeron, pero ahora es
hoy, y todo es más ligero. El aire aparece y compite con la luz al cruzar el
vidrio. De fondo un olor fresco. Sabe a flora. Sabe a esperanza.
Hasta la promesa se vuelve liviana y rueda brillante en la
risa. La habitación cálida. El cambio es lo único seguro. Nadie puede pararlos:
luz y aire ante la nada. El olor invade la mente y hecha abajo los límites de
la habitación.
Le contaron que la luz es como el agua y sin querer, inunda
todo. Sale por debajo de la cama, entra por la ventana y se para ante sus ojos.
Se encuentra con un espejo, azul como nada antes visto. El agua falta, por eso
es vital. Se derrama, llega al piso, luego a la tierra, y trae consigo la
energía de la luz que renueva vida. Es semilla, a pesar de estar muerta, vive
plena y como nunca antes.
Todo lo vivo sucede afuera y adentro, bien adentro de quien
está en la cama. Sus ojos bien abiertos ante el asombro de cada cosa que parece
joya dentro de la noche, que sigue con su frío y su lluvia.
(Co-escrito con Fulvio Boatta por WhatsApp)
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